#IGUALDAD

Premios Sofía Novoa

A la inclusión de la perspectiva de género en los trabajos de fin de grado y fin de máster

La Diputación de Pontevedra, dentro de sus múltiples líneas de actuación en la promoción de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, potencia un año más la realización de trabajos de fin de grado y fin de máster en los que se integre la perspectiva de género.


Consciente de la importancia de la investigación y del estudio del significado y el alcance de la igualdad entre mujeres y hombres, que redunda en beneficio del progreso y del bienestar del conjunto de la sociedad, convoca los Premios Sofía Novoa Ortiz a la Inclusión de la Perspectiva de Género en los Trabajos de Fin de Grado y Fin de Máster.

  • Objetivo: fomentar, consolidar y dar a conocer la inclusión de la perspectiva de género en los trabajos de fin de máster y fin de grado realizados en la Universidad de Vigo en los campus de Vigo y de Pontevedra.
  • Personas beneficiarias: alumnado de la Universidad de Vigo perteneciente a los campus de Pontevedra y Vigo. 
  • Personas premiadas
Semblanza de Sofía Novoa Ortiz

Sofía Novoa Ortiz (Vigo, 1902 – Madrid, 1987)

Su infancia y adolescencia transcurren en el seno de una familia republicana socialista que mantenía relaciones de amistad con notables representantes de la Institución Libre de Enseñanza. Estudia bachillerato y en 1919 se traslada a Madrid, donde se aloja en la Residencia de Señoritas, pionera institución femenina (1915), dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), encargada de fomentar la renovación pedagógica y científica en España en el primer tercio del siglo XX. La Residencia de Señoritas posibilitó el acceso a la educación superior a muchas mujeres, pues de aquella únicamente se podía estudiar especialidades o realizar el doctorado en Madrid. Estaba dirigida por María de Maeztu, con quien Sofía mantuvo una relación de amistad y colaboración no exenta de desacuerdos.

Sofía Novoa finaliza la carrera de Solfeo, Armonía y Piano en 1925, en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, con premio extraordinario. En el curso 1925-1926 estudia en Lisboa Piano, Contrapunto, Inglés, Portugués, Historia y Análisis de la Música. En 1928 se traslada a París, gracias a una pensión de la Diputación de Pontevedra, pero tiene que regresar a Vigo por problemas de salud de su madre. En 1929 vuelve a París, donde estudia con Nadia Boulanger y Jaques Dalcroze, que buscaban en la música y en la gimnasia rítmica el desarrollo armónico individual de la capacidad y sensibilidad del colectivo de estudiantes: "él  desarrollo de las cualidades  auditivas, rítmicas  y artísticas  individuales potenciarían la unicidad del individuo  y  su  capacidad de pensar, actuar  y decididir".

Sofía pretende dinamizar el panorama español y "sí no hacerlo todo, sí  mucho". En las cartas que intercambia con María de Maeztu se puede leer:

"Estoy convencida de que la base de toda formación musical debe ser la gimnasia rítmica, el dictado musical y la asistencia a conciertos. Y eso, claro está, de una manera general, y para aquellas personas que no hagan una profesión de la música. Es necesario que la gente empiece a creer que si es preciso conocer a Velázquez y saber que Cervantes existió, si los niños deben ser conducidos a los museos y leer el Quijote, deben también, sin lo cual ninguna formación espiritual sea perfecta, conocer las grandes figuras musicales de pasados tiempos y sus obras más importantes..."

Regresa a Madrid en 1930. En las memorias de la JAE figura como profesora de Música de la sección de Preparatoria del Instituto- Escuela (en parvulario y en primera enseñanza, con alumnado de entre 4 y 11 años) desde el curso 1931 hasta 1934, año en que dejan de publicarse o quizás desaparecen durante la Guerra Civil. En la última memoria consta que se encargaba, con otras compañeras, de Canto y Rítmica. Va a permanecer en la Residencia de Señoritas hasta 1936, con estadías intermitentes en el extranjero, desempeñando diferentes funciones, pues fue profesora de Música (gimnasia rítmica y canto) y de Historia de la Música, a veces alternando con el Instituto-Escuela e impartiendo conferencias.

 Es una de las artífices, junto a María de Maeztu, del desarrollo de un ambicioso programa educativo pionero de la residencia, así como la promotora y la primera presidenta (1931-1935) de la Asociación de Alumnas de la Residencia, estructurada en cinco secciones: literario-científica, artístico-musical, acción social, deportes e internacional. Sofía dirige la sección artístico-musical.

En 1936 obtiene una bolsa de la JAE de tres meses para ir a París- Fontainebleau y Ginebra, con el fin de poder aplicar los conocimientos adquiridos para organizar "cursillos de música esencialmente educativa que sirvan para afirmar  su formación en la materia a que se dedica  y redunde en positiva eficacia en  su función didáctica  y  metodológica".

No puede disfrutar de la bolsa, debido al golpe de estado de 1936 y a la posterior Guerra Civil. En 1937 Sofía embarca en Lisboa (en el trasatlántico  Vulcania) hacia el exilio, al igual que María de  Maeztu. A su llegada a los Estados Unidos se matricula en Filosofía y Letras en la Universidad de Columbia, en la que se licenciará en esta especialidad.

Al poco tiempo comienza a dar clase de Español en esta universidad, durante dos años, para después asentarse definitivamente en el Vassar  College ( Poughkeepsie, Nueva York), donde llega a ser catedrática y directora del Departamento de Español, hasta su jubilación en 1967. Allí compagina la docencia con actividades musicales y radiofónicas. También imparte cursos de verano en el Middlebury  College (en el estado de  Vermont). En los Estados Unidos coincide con un grupo exiliado del que forman parte Jorge Guillén, Pedro Salinas o Pilar Madariaga. En 1949 viaja a Madrid para leer su tesis, dirigida por Rafael Lapesa, en la Facultad de Filosofía y Letras.

En el mismo año de su jubilación viene para España. Aunque pasa los veranos en Vigo, se asienta en Madrid, ciudad en la que muere en 1987. Después de ser incinerada, sus cenizas reposan en el panteón familiar de Cangas, cumpliendo su voluntad. Una placa en el bosque del Vassar College recuerda su paso como profesora de esta institución. Fue olvidada por la historia, como tantas mujeres, y su memoria se recuperó recién gracias a los estudios de Leticia Sánchez, Ricardo Gurriarán, Elvira Melián o Carmen Losada.

 

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